DOMINGO DE MELANCOLIA: TU RECUERDO SIGUE AQUI

¿Mi amor Recuerdas  las tardes acurrucados en el sofa rojo... ?

Sentir Tus manos acuñando las mías, transmitiendo amor y placer. En este contacto podíamos percibir todo el sentimiento que, durante el tiempo que convivimos juntos, pudimos compartir. Después, nuestras manos se atrevían con caricias mas perversas e indiscretas  allí mismo, encontrando el cuerpo amado. Ese cuerpo al que el amor hizo romper el hielo. El contacto de nuestra piel, para nosotros era, en ese tiempo, un contacto con la vida porque nuestra unión era especial y nos hacia vibrar.

Tocabas con maestria y suavemente ese punto tan conocido y encendías mi pasión y veia en tus ojos ese brillo de complicidad que descubrimos el día en que supimos que un amor como el nuestro era posible... Incrementaste entonces el toque, que se iría convirtiendo, poco a poco, en un mensaje suave, relajante y a la vez, lleno de pasión. Viste nuevamente en mis ojos el destello que anunciaba el clímax. Después, besos en mis labios y nos separabamos momentáneamente para irnos a nuestro cuarto. En silencio deseandonos.

Allí, en la penumbra de la habitacion seguimos con nuestra fiebre amorosa,
recordando hasta la noche nuestra realidad, porque nuestros cuerpos y nuestros deseos sexuales son dignos motivos de alegría, y no una muestra de pecado o de un castigo, una oportunidad de placer y bienestar, disfrutando plenamente de cada momento de la vida. Recuerdo ahora ese momento, cuando después de tanto tiempo de llorar y lamentarnos, volvimos a renacer nuevamente  a reencontrarnos...haciendo el amor.

Después de llorar juntos, nos abrazamos fuertemente uniendo nuestros labios. Sentí de nuevo como hundías en ellos tu lengua, que se convirtió en una
serpiente de placer y vitalidad. Luego recorrimos mutuamente nuestros cuerpos
ya sudorosos recogiendo el sabor ácido que la excitación deposita en nuestra
piel. Fuimos así girando hasta que cada una de nuestras bocas llego al centro de
placer del otro cuerpo y, aquí, senti que volaba y que el cielo estaba alli mismo en nuestra  cama, haciendo surgir de ti sonidos de gozo, inundando nuestras bocas con mieles de placer.

Después, simultáneamente, recordamos que teníamos manos para, con ellas, llegar al placer máximo y, entonces, hicimos uso de ellas, recorriendo centímetro a centímetro tu cuerpo y el mio que vibrantemente respondía al tacto. Nuestras lenguas
volvieron a entrar en acción, ahora para murmurar frases entrecortadas que
incrementaban nuestra excitación y nos hicieron llegar a un orgasmo simultáneo en el que vaciamos toda nuestra ternura. Al final, ambos sonreímos... porque sabemos entregarnos sin reservas. Porque encajabamos perfectamente, porque en la intimidad nos devorabamos y queríamos indescriptiblemente. Nadie como tu, nadie  como yo... ¡y lo sabemos!